Las playas del este de la capital cubana constituyen una tentativa opción para la recreación y el sano esparcimiento en la isla. Tan es así que el número de visitantes cubanos y extranjeros vive un ascenso significativo cada año.
A unos 20 kilómetros del Centro Histórico habanero, el calor del Trópico se mezcla con las cálidas y cristalinas playas, para regalar una estancia memorable a quienes las eligen.
Aunque son varias, y cada una tiene sus propias peculiaridades, Playa Tarará sobresale como la mejor del este de La Habana. Descubra aquí sus encantos y motivos que la hacen perdurar en el recuerdo de muchos.
¿Cómo llegar a Tarará?
Tras pasar el túnel de la bahía habanera, debe tomar la vía Monumental y continuar por la vía Blanca para llegar a las playas del litoral este capitalino. Tarará es la segunda playa, precedida por Bacuranao y secundada por El Mégano.
Puede llegar a ella en taxi o tomar el ómnibus urbano conocido como ruta 400, con su primera parada cerca del Archivo Nacional de Cuba, en La Habana Vieja. Pero si prefiere un entretenido paseo, la mejor opción es subirse al Habana Bus Tour, el "mirador andante que recorre la ciudad".
Si viene desde Varadero, podrá acceder a Tarará bordeando toda la costa. Notará inmediatamente el rótulo que identifica a este paradisíaco lugar que se tiende a los pies del visitante, dueño de una belleza natural, de ofertas recreativas y gastronómicas de probada calidad.
Pasado y presente.
No son pocos los que afirman que el nombre de la playa proviene de los indios que moraban esa zona varios siglos atrás. Los aborígenes al tocar la trompeta emitían el sonido TA-RA-RA para anunciar el embarque del mineral de cobre que se extraía de las cercanas minas de cobre en el siglo XVI.
Tarará fue una urbanización moderna y zona residencial privada muy popular desde finales de la década de los años 40 del pasado siglo. Situada a la orilla del río homónimo, siempre se destacó por el azul turquesa de sus aguas y sus arenas blancas.
Tras el triunfo revolucionario en 1959, sus instalaciones acogieron a la Ciudad de los Estudiantes, convirtiéndose a partir de 1975 en el Campamento de Pioneros José Martí.
Durante esa etapa muchos estudiantes de los primeros grados disfrutaron de una estancia agradable en ese campamento.
La playa, el anfiteatro al aire libre donde se proyectaban películas y un parque de diversiones muy parecido al Parque Lenin, fueron algunos de los atractivos que saborearon los pioneros cubanos.
Allí funcionaba también el campamento para niños asmáticos donde los niños afectados por asma bronquial, practicaban la kinesioterapia, a la vez que gozaban con los encantos de su playa.
Muchos recuerdan con agrado los momentos vividos en aquellos años, e incluso, las visitas a la casa que habitó por un tiempo el Che, donde un especialista guiaba el recorrido y ofrecía importantes informaciones.
A partir de 1990 Tarará acogió un importante programa humanitario conocido como "Los niños de Chernóbil" y en la actualidad funciona como una villa de alojamiento y recreación.